Columnista Ing. Fernando Padilla Farfán
Hay quienes aseguran que somos un país de ligerezas extremas y descuidos inusitados. Ejemplos hay muchos, pero sólo vamos a destacar algunos.
En las carreteras del país existen curvas con el peralte invertido que, al menor descuido del conductor, el vehículo sale inercialmente “disparado” hacia el costado de la carretera. Es común encontrarse con curvas de ángulo tan obtuso que cualquier vehículo a velocidades no tan altas, puede volcarse o colisionar con otro que transite en el mismo sentido o en el contrario.
Los letreros que existen en las carreteras limitando las velocidades de los vehículos, tienen un detalle que ha pasado inadvertido por las autoridades federales y estatales. Las velocidades que actualmente se marcan en los dichosos letreros son de un solo tipo, es decir, la velocidad que se anota en los mismos es tanto para vehículos pequeños como para los de gran tamaño como los tráileres, cuando para éstos debía haber letreros donde se anoten velocidades mucho menores por tratarse de vehículos muy pesados que requieren mayor distancia para frenar.
Ésta es la razón por la que camiones grandes frecuentemente se involucran en una gran cantidad de accidentes. Es un grave error permitir que los tráileres circulen a la misma velocidad que los autos ligeros.
Los topes para obligar a los conductores a que reduzcan la velocidad, que se construyen en las carreteras del país, representan un serio peligro que incluso cobra vidas, porque ese tipo de obras no están sujetas a especificaciones reglamentarias, y los lugareños, aprovechándose de la pasividad de las autoridades, los construyen de acuerdo al coraje provocado por el atropellamiento de alguno de los lugareños. Y, lo peor de todo, es que los señalamientos de la presencia de los topes, cuando los hay, los diseñan los propios habitantes del lugar donde se instalan.
Un caso revelador fue un enorme tope que la gente de un poblado ubicado entre los límites de Puebla y Veracruz, construyó para vengar la muerte por atropellamiento de uno de sus habitantes. El problema fue que el pintor del pueblo hizo un letrero que colocaron metros antes del tope que textualmente lo anunciaba como “Reductor de Velocidad”, copiando los letreros de las autopistas donde anuncian la presencia de unas marcas ranuradas a ras de piso, a fin de que los automovilistas, en respeto a las señales, reduzcan su velocidad. Lo paradójico es que la peligrosa medida de los habitantes de ese poblado resultó más trágica. y, obvio, los conductores cruzaban confiados ya que, además, el letrero estaba tan solo tres metros atrás del descomunal tope. La peligrosa construcción permitida por las autoridades provocó más daño humano y material que el motivo de la decisión inicial.
Otro aspecto que les resulta difícil comprender a quienes con otros criterios nos observan, son los espectaculares que colocan en las carreteras anunciando trabajos de mantenimiento, cuando las autoridades obligadamente deben mantener en buen estado todas las carreteras del País. Es decir, les resulta absurdo que anuncien que están trabajando como si existiera la opción de no hacerlo.
Otro descuido de las dependencias responsables de dar el mantenimiento a las carreteras, que ha provocado infinidad de accidentes, es olvidarse de actualizar los letreros que marcan la altura que existe entre la carpeta asfáltica y el puente bajo el cual tienen que pasar los vehículos, después que es re encarpetada sin haber retirado la anterior, lo que reduce la altura. Los choferes de los camiones de carga, confiados en la altura (Gálibo) que indica el letrero, pasan confiados. Es hasta que el camión se atora que se percatan del irresponsable olvido de los supervisores de la obra.